¿Y si dejamos de juzgar y empezamos a volar? 

¿Habéis vivido una situación parecida a esta? 

– ¿Qué haces este finde?

– “Me voy a ir un par de días a un hotelito a desconectar, es acogedor, bonito y necesito descansar”

– Qué bien, ¿con quién te vas?

– Me voy sola. 

– Ah…. bueno, tú verás… ¿Pero ese sitio no es muy romántico para ir sola? 

 

Y así seguimos convirtiendo la vida en un conjunto de etiquetas, reglas, listas y restricciones que sólo nosotros nos ponemos, y nos sentimos con derecho de ponerle a los demás. 

De etiquetar a las personas ya hemos hablado varias veces pero etiquetamos algo más que a las personas. 

 

Etiquetamos las experiencias. 

 

Creamos listas de vivencias que parece que sólo se pueden hacer en función de la persona que tengas al lado. Pero se nos olvida una cosa: tú siempre te tienes al lado.

 

Hacemos listas de planes que parece que sólo se pueden hacer con pareja, otros solo con amigos, otros solo con familia, otros que sí se pueden hacer solos.

 

Y yo me pregunto ¿En qué momento decidimos clasificar la vida? 

 

En el momento en el que elegimos juzgar en vez de volar. 

En el momento en el que decidimos atar nuestras alas en vez de abrirlas con toda nuestra fuerza.

En el momento en el que importa más el “qué dirá otro” que el “qué siento yo”

En el momento en el que elegimos las cadenas de los juicios en vez de las alas de la libertad.

 

Sí, libertad. Esa es la verdadera libertad, la que no decide en función de lo que se debe sino de lo que se quiere.

Libre es quien coge las listas de la vida, hace un avioncito con ellas y las tira viéndolas volar alto, para después, volar ella. 

Ser libre es tirar abajo tus propias barreras y las que te ponen otros.

Ser libre es cambiar el “ no puedo” por el “ y ¿por qué no?

 

No nos engañemos, no es fácil. Si vuelas, brillas, y si brillas siempre habrá alguien que intentará apagar tu luz. Pero recuerda, el interruptor es tuyo. 

 

Si quieres viajar sola, ¡viaja!

Si quieres disfrutar de una copa de vino sola en tu casa con un buen libro ¡abre ya la botella! 

Si quieres sentarte en una terraza tú sola simplemente porque sí, ¡siéntate!

Si vas a ir a un sitio que consideran romántico diles: 

 

“Es que yo también estoy enamorada de mí”

 

Tú decides: ¿Vuelas?