La Luz
Y de repente llega un día en el que te despiertas con una sonrisa. ¿Qué ha pasado? Nada. Lo que ha pasado eres tú.
No has conocido a nadie especial que te sustituyera los sentimientos de dolor por alegría, no ha pasado nada excepcional en el trabajo, no has descubierto el sentido de la vida después de tanto preguntarte “por qué”, y no, no te ha tocado la lotería.
Te ha tocado algo mejor…. ¡Tú!
Lo que ha pasado, es sencillamente, que lo has superado. Que simplemente estás bien. Que tocaste fondo, lloraste, sufriste, te decepcionaste. Que todas esas sonrisas compartidas nunca volverían, creíste que tu presente era menos presente sin él, creíste que todos esos planes de futuro nunca se cumplirían, creíste que esos momentos especiales nunca fueron especiales, que él era especial y el resto no lo serían y, lo peor de todo, que no podrías quitarte ese velo de tristeza que tantos días, semanas o meses te ha acompañado.
El túnel en el que entraste llega a su fin y ves la luz de tu nueva etapa.
Asi que agarrate a ella, síguela y no la sueltes, aunque no podrás porque no es algo que esté fuera, es algo que está dentro de ti y que ya está pidiendo a gritos que la dejes salir.
Y de repente un día… ¡sorpresa!
Tu sonrisa, tu energía, tu fuerza y tus ganas te dan la bienvenida a un nuevo día, a una nueva etapa.
Y ¿sabes por qué? ….. ¿Qué más da el por qué?
Llegó ese día, vuelves a ser tú, te levantas de la cama, recuerdas que si sufriste también quisiste. Enhorabuena, porque fuiste una valiente y tu sonrisa de hoy dice que lo volverás a ser, realmente dice que siempre lo fuiste.
Asi que te montas en tus tacones (si te montas porque ese día no te pones unos zapatos, te montas en una nueva actitud), te sonríes en el espejo y te dices:
“He vuelto”