“El miedo es una duda no resuelta” decía Albert Espinosa.
Y esa duda es la que alimenta nuestro miedo. Pero al igual que podemos mejorar nuestra alimentación por fuera, también podemos mejorar la alimentación de nuestro miedo por dentro.
Poner los recursos del pensamiento en ti, es decir, DENTRO, no FUERA.
¿Y todo esto es fácil? Pues no, no vamos a decorarlo de algo sencillo cuando no lo es.
Kant decía “La inteligencia de un hombre se mide por la cantidad de incertidumbre que es capaz de soportar”
Para apoyar a la confianza hay 3 cosas que nos ayudan a convertir el caos de incertidumbre en un plan de acción donde tú si puedes ir dando pasos adelante.
1. Entender la incertidumbre correctamente: si buscamos definiciones o conceptos de ella veremos muchos diferentes, pero todos tienen algo en común, coinciden en que es el grado de desconocimiento que tienes de algo que puede pasar en el futuro. Y ¿qué hacemos nosotros con la definición? La cambiamos un poquito y decidimos que la incertidumbre es que las cosas pueden salir mal. Escogemos la mitad dramática de la definición en vez de todas las posibilidades. ¿Cómo no la vamos a tener miedo si, cuando dudamos de algo, siempre nos ponemos en el peor escenario? ¿Qué pasa cuando recibes una sorpresa? Que te hace ilusión, aunque tampoco sabes lo que va a pasar, pero al imaginarte el mejor escenario, la incertidumbre se transforma en expectación. Asi que, tenemos dos opciones: seguir sesgando la definición y seguir pensando que la incertidumbre es que todo pueda salir mal; o pensar que la incertidumbre es “¿qué me deparará el futuro?” Porque también puede depararme cosas buenas y empezar a llamarla expectación.
2. Aceptación: sé que esta frase la hemos escuchado muchas veces pero es unas de esas que hay que interiorizar y trabajar. No podemos controlarlo todo. Es complicado y a veces caeremos en volver a tener esa necesidad de control, pero ahí es donde entra ese arma de la que hemos hablado antes. La seguridad está en ti, la confianza está en ti, de ti depende hacerlas grandes o chiquititas. No pretendes querer que todo salga bien. Pretendes que, salga como salga, tú siempre te puedas levantar. Cuando empiezas a aceptar las cosas no significa que de repente tengas una bola de cristal para saber que si haces una cosa, todo va a salir bien. Porque no tiene por qué ser asi. Aceptar no significa conseguir que nada te importe, significa aprender a levantarte y a estar preparado pase lo que pase.
3. Para la incertidumbre también se puede tener un plan: ¿cómo podemos tener un plan para algo que no ha sucedido? Con dos cosas: planificación y anticipación. Todo parte de esta pregunta: ¿Qué puede pasar? Empezamos a apuntar posibles escenarios que puedan pasar, los buenos y los menos buenos. No se trata de ver solo la cara de la realidad que nos gusta, ni solo la cara de la realidad que nos asusta, se trata de ver toda la posible realidad. Un vez que tengamos todos los escenarios que se nos ocurren, empezamos a contestar a estas preguntas para cada uno de ellos:
- Qué puede pasar.
- Pros de que suceda esto.
- Contras de que suceda esto.
- Que tengo yo para afrontar esta situación.
- Qué me falta.
- Qué puedo hacer yo para conseguir lo que me falta.
Toda esta información organizada te da sensación de calma y certeza y disminuye el caos de la incertidumbre que se forma en nuestra mente porque estarás preparado para distintos escenarios. Sabiendo, que alguno se te ha podido escapar, pero que no importa, porque como decíamos antes, la confianza está en ti.
Así, podemos convertir ese caos de incertidumbre en un plan de acción donde tú si puedes ir dando pasos adelante independientemente de qué suceda.
Pones el foco en tí y no en las circunstancias.
Y es que, quizá, la pregunta no sea “¿Cómo controlo la incertidumbre?
Quizá la pregunta sea:
¿Qué conseguirás hacer en el futuro si la confianza que le ponías a aquel edredón de niño, te la pones en tí por dentro?