Re-inventarse en casa: por dentro
No soy psicóloga, sí que tengo formación en gestión emocional, programación neurolinguística y lenguaje no verbal, pero lo que vais a leer aquí no es fruto de la formación, de la teoría o de las disciplinas, es fruto de la experiencia y de muchos días de mi propio #yomequedoencasa que comenzó el 3 de enero por un motivo diferente.
Hace 3 meses yo tenía una vida muy activa, iba a trabajar, al gimnasio, bailaba, salía, iba a correr….vamos que no paraba en casa. La mayoría de mis hobbies y de mis “vías de escape” para desconectar eran al aire libre.
Uno de ellos es viajar, siempre he pensado que el mundo es demasiado bonito para no verlo, y he hecho todo lo posible por hacerlo desde hace muchos años. Mi último viaje fue a Indonesia. El día 3 de Enero estaba recorriendo la maravillosa isla de Lombok en moto con mi compañero, volvíamos de unas pequeñas islas desiertas que habíamos encontrado gracias a un pescador e íbamos camino del norte a ver las cascadas. Estaba siendo un viaje perfecto hasta que, a las 16.30 de la tarde, en plena selva, un camión nos echó del camino. Tuvimos suerte para lo que pudo ser, pero no nos libramos de, en su caso, rodilla rota y en el mío todo el pie roto, contusiones varias, golpes en los costados, heridas… Nadie podía venir a recogernos, no había 112 al que llamar ni mucho menos alguien a quien enviar la ubicación del whatsapp. Por lo que no nos quedó más remedio que, con todos nuestros huesos sanos y rotos, subirnos de nuevo a la moto y llegar al hospital por nuestros propios medios, hora y media después. La aventura para conseguir llegar al hospital, posteriormente a Bali y después a España no tiene desperdicio y la contaré más adelante. Hoy, el objetivo es otro. Aunque sí os diré que las lecciones principales fueron:
La solidaridad de un buen compañero no tiene precio
El humor para llevarlo lo mejor posible es la mejor arma y la determinación para vencer al miedo, tu mejor aliada.
Sacar las emociones cuando quieren salir, ellas no tienen que estar encerradas, sólo bien entendidas.
Cuando conseguí llegar a España, empezó mi propio #yomequedoencasa.
No podía moverme, todas mis actividades, hobbies, salidas…se cancelaron. Llevo más de 3 meses metida en casa, saliendo muy poco y siempre con ayuda, y como yo, muchas personas que haya tenido accidentes como el mío. Mucha gente pensó que me iba a derrumbar: “eres muy activa y ahora sólo puedes estar en casa, ¿cómo lo vas a hacer?”
Pues lo hice.
Y a día de hoy, con otro largo periodo de cuarentena en casa sin estar aún recuperada del todo, la satisfacción de ver cómo conseguí reinventarme es uno de los grandes motores que me empujan a seguir y a ayudar a que otros lo consigan.
En situaciones así, cuerpo y mente son más fuertes de lo que nos imaginamos. Para mí ha habido cosas que han sido fundamentales, no sólo en “sobrellevarlo” sino incluso en aprender a valorarlo. Llevamos días recibiendo pautas sobre organización en casa, actividades, distracciones y una agenda social más amplia de lo que tenemos en nuestra vida normal. ¡Y menos mal! Nuestro cuerpo necesita nuevos hábitos, necesita mantenerse activo.
Sin embargo, tantos días en casa hace necesario cuidar el cuerpo y cuidar la mente. Hace necesario reinventarse por fuera, pero también reinventarse por dentro.
Tenemos que organizarnos de “piel para fuera” pero también cultivarnos “de piel para dentro”
Haceros una pregunta:
¿Quién queréis ser cuando esto acabe?
Estamos acostumbrados a ponernos objetivos de productividad, laborales, de ventas… pero pocas veces nos ponemos objetivos emocionales, siendo precisamente esos los que más nos mueven a la acción. A los días del accidente, me hice una pregunta: ¿quién quería ser yo cuando esto acabara? ¿qué historia quería contar? tenía claro que de ninguna manera sería una historia de 3 meses tirada en el sofá llorando por haber recibido algo que no había pedido. Mi objetivo fue hacer algo diferente, transformarlo y, ésta vez, poder emocionarme con mi propia historia y no con la de otros. A menudo nos emocionamos con las historias de superación de otras personas, pero también tenemos derecho a emocionarnos con la nuestra. Pues bien, ahora todos tenemos esa oportunidad sobre la mesa. Por eso, antes de pasar al resto de cosas, la piedra angular de toda reinvención es contestaros a esta pregunta: ¿quién queréis ser cuando esto acabe?
A medida que pasen los días, la verdadera fortaleza que nos hará avanzar y seguir manteniendo nuestras rutinas, pautas, ejercicios… será la mental. Por eso, he empezado por contar qué me vino bien a mi para reinventarme en casa, pero por dentro:
- Las emociones no están en cuarentena: Hablemos claro, esto no es Mr Wonderful, ni somos de hielo. Hay muchas cosas que ayudan, y ayudan de verdad si se hacen bien. Que hacen que nuestra mente gestione mejor el miedo, la incertidumbre y la negatividad, pero tenemos todo el derecho del mundo a sentirnos mal, tener miedo, estar tristes, ¡o todo junto! Y si eso pasa, hay que dejarlo salir, si hay que hacerse bicho bola en el sofá, pues se hace, si hay que llorar se llora y si tienes que tirar de teléfono para llamar a una amiga o mandarle un audio de 10 minutos, se manda. Lo importante de las emociones negativas no es contenerlas, es no acomodarse en ellas. Se dejan salir, les damos espacio y se gestionan con todos esos recursos que tenemos dentro que son más fuertes de lo que a veces nos pensamos.
- Exceso de información negativa: estando tanto tiempo en casa solos, nuestra mente es nuestra mejor amiga, pero también nuestra peor enemiga. Tenemos que estar informados, pero si vemos que la información negativa nos supera o nos afecta, hay que reducirla. Podemos estar informados leyendo las noticias una o dos veces al día, no hace falta bombardearnos con ellas cada segundo si nos encontramos mal emocionalmente. Y esto se amplía a muchos ámbitos, ahora lo estamos viviendo con las noticias del Coronavirus, pero también puede ser que hablar con determinadas personas te ponga triste o no te transmitan la alegría que necesitas. Si eso es así, un educado “hablamos en unos días” es muy útil. Estar muchos días encerrado en casa cuando vives sólo es un reto emocional importante, no hace falta que nos lo pongamos más difícil de lo que ya lo tenemos. Lo que sea tóxico emocionalmente para tí, o se gestiona para sacar lo positivo o se distancia temporalmente.
- Mensajes positivos: Igual que nos tenemos que alejar de lo negativo, tenemos que hacer lo posible por atraer lo que nos genera emociones positivas muy potentes. Lo que nos suba nuestro estado de ánimo. No hacen falta cosas muy grandes, si tienes una vecina como la estupenda señora de Barcelona que canta ópera será maravilloso salir a escucharla, pero si no, tienes mil formas: hazte una lista de canciones que te transmitan alegría, llama a ese amigo que sabes que siempre te hace reir aunque sea friéndote el whatsapp a memes, lee otra vez tu libro favorito… ¡lo que sea! Todo vale si te saca una sonrisa.
- Compartir lo bueno y compartir lo malo: En estos días estamos compartiendo todas las cosas buenas que estamos haciendo, la energía con la que afrontamos esto, videos que a todos nos hacen morir de risa… ¡Y es lo mejor que podemos hacer! Pero ojo, no sólo hace falta compartir lo bueno, si necesitamos desahogarnos, hablar o simplemente tenemos un momento de “me bajo de la vida”, también está permitido. Llama a esa persona que siempre está ahí para tí. A ese amigo-coach que todos tenemos y pídele el comodín del desahogo para llorar, patalear, berrear y lo que te dé la gana. Una de las personas más importantes de mi vida me dijo cuando era pequeña: Los problemas compartidos, pesan la mitad. Asi que, si podemos hacer que pesen menos, hagámoslo.
- Efecto “domingos por la tarde”: Todos hemos pasado alguna vez por ese domingo por la tarde. Ese domingo donde no importa que te lo hayas pasado muy bien en el fin de semana, que no haya cambiado nada en tu vida, que no haya pasado nada dramático pero… parece que nos ha pasado una apisonadora emocional por encima y vienen a visitarte amigas como la soledad, la nostalgia, la tristeza… ¿Por qué? Si tú no les has invitado, pero ahí están. Cuando pasas muchos días solo en casa eso puede pasar en cualquier momento. Habrá momentos en los que no puedas evitar que tus pensamientos sean más fuertes y rápidos que tú. Ante esto, hay una frase que podríamos convertir en un mantra y no es ningún proverbio árabe, ni chino ni budista… es simplemente: “no pasa nada”. Permítete tenerlos y recuerdate que “no pasa nada” Sólo es un día triste y mañana llegará otro alegre. Esas amigas, igual que vienen, se van.
- Querida Soledad ¿hacemos las paces?: Llevamos demasiado tiempo viéndola como una enemiga. Como algo malo, triste o incluso que da pena sentirla. Pues ahora no nos queda otra que naturalizarla, abrazarla y entender, que puede ser una de esas emociones que no nos gustan tanto como otras, pero que nos enseña mucho si dejamos de luchar contra ella y nos paramos a escucharla.
- No falta un día más, queda un día menos: Si nos paramos a observar cómo nos hablamos, ¡lo raro es que no estemos todos deprimidos! Nos hablamos peor de lo que hablamos a cualquier persona. Si un amigo comete un error le decimos que no pasa nada, que no se torture, pero si lo cometemos nosotros, nos reprochamos una y otra vez que “tenía que haber hecho las cosas diferentes”. El lenguaje es acción. Al hablar creamos realidades, porque es nuestra forma de interactuar hacia fuera y hacia dentro. Cuando hablamos, abrimos o cerramos posibilidades a otros y a nosotros mismos. Por eso, si tenemos la oportunidad de abrirnos posibilidades ¿no será mejor construirlas en positivo?
- Superman y Superwoman: Los héroes también tienen derecho a pedir ayuda. Además de la situación que compartimos, es posible que algunos de los que estéis leyendo esto tengáis también algún tema personal como rupturas recientes, echar de menos a alguien…etc. Si es así, tenéis la variable extra de tener a la cabeza y al corazón haciendo de las suyas y dando brincos por dentro en modo de cuestionamientos, reproches, lágrimas, dudas… Aunque esto no sea de vida o muerte, puede hacer que la estancia en casa se más complicada.
Nuestras emociones no entienden de confinamientos.
Si es así, por favor, pedid ayuda. La ayuda externa a veces está infravalorada e incluso criticada cuando es de lo más valioso que puedes hacer para invertir en ti. Ya que tenemos que vivir esta situación, hagámoslo de la mejor manera posible para nuestra salud exterior e interior. Hay muchos psicólogos ofreciéndose a dar sesiones online gratuitas. Y somos muchos los formados en programación neurolinguistica, coaching o gestión emocional que podemos ayudar en temas determinados.
Cuidando nuestra rutina en casa: Sonreimos por fuera.
Cuidando nuestra mente y nuestro corazón: Sonreimos por dentro.