Agosto de 2017, iba rumbo a Maldivas para cumplir uno de los sueños de mi vida: bucear con esos maravillosos animales a los que tanto daño ha hecho Hollywood y que tanto miedo ha generado: los tiburones.
Llegó el día de la primera inmersión con ellos. Estaba entusiasmada y aterrada. No sabía si lo iba a conseguir. Pero, cuando no sabes si estás preparada, la vida te manda lo que necesitas.
Al grito de “¡tiburones!” todos fuimos corriendo a verlos. Ahí estaban. Mis compañeros más experimentados cogieron su equipo y se metieron en el agua.
Una parte de mi quería ir, la otra estaba paralizada. ¿Y si sale algo mal? ¿Y si los guionistas de Hollywood tienen razón? Entonces empecé a observar. En el agua no había miedo, había respeto. Respeto entre dos protagonistas, supuestamente enemigos. Mis expectativas de ese momento si pensar o sentir.
Bajé por la escalera y me quedé agarrada a ella, no era capaz de soltarme, mi miedo me lo impedía, o eso pensaba yo. La incertidumbre es el alimento del miedo y en ese momento mi miedo se estaba poniendo las botas.
Uno de ellos comenzó a acercarse a mí. La mente decía: te han dicho mil veces que son malísimos, buceando entre pececillos no estás tan mal. ¿Miedo? Muchísimo. Podía haberme subido en ese momento y asunto arreglado.
Eso sí, asunto arreglado y sueño olvidado.
Pero no lo hice. Y en ese momento lo entendí.
El miedo avisa, tú decides.
Me quedé agarrada a la escalera debajo del agua, él llegó, me pasó por debajo y se fue, regalándome una de las experiencias más bonitas de mi vida.
El problema es que en la vida, los tiburones no están debajo del agua. Los tiburones de la vida que amenazan con hacernos subir la escalera y salir corriendo vienen en forma de miedo al fracaso, al rechazo, a la soledad, a ser vulnerables, al cambio…
Esos tiburones también nos paralizan y nos hacen pensar que no podemos avanzar.
Pero ¿sabes qué? Si empiezas a observar descubres que sí te permiten avanzar, que la verdadera protagonista eres tú.
Que las cosas más bonitas de la vida están al otro lado del miedo.
Y que tus tiburones son parte de ella.
Puedes sentir miedo, puedes querer salir corriendo y puedes parar, observar y avanzar. Todos tenemos los recursos suficientes para escuchar al miedo y decidir nosotros. Y tú también.
Tu determinación es más fuerte que el miedo.
¿A qué tiburones vas a escuchar tú?
Foto que hice años después en el Mar Rojo.