Ayer @byanamilan subió un post que nos llegó al alma a muchos “No son buenos tiempos para los sensibles”. Qué razón tiene. 

 

Vivimos en tiempos de cambios e incertidumbre y de emociones a flor de piel.

Somos muchos los que tenemos esa luz dentro que nos hace SENTIR en superlativo, mayúsculas, sombreado y negrita. Muchos somos fuertes para sobreponernos, avanzar y construir el camino hacia nuestros sueños, pero también podemos sentirnos perdidos, incompletos, vacíos, tristes o todo ese maremágnum de sensaciones que somos capaces de sentir de una en una y a la vez. Comportamiento bipolar decían… Si nos pudieran radiografiar las emociones se nos quedaría corto el propio infinito.

 

El verano termina, el otoño se acerca y los días de luz dejan paso a los días de lluvia en los que un café, una manta, una peli y un abrazo son el plan perfecto. Un plan que no siempre se cumple y que no siempre está en tu mano.

 

Días que, además de traernos lo incierto de restricciones y confinamientos viene también con las experiencias de la vida: un trabajo que se va, un adiós que no querías oír, un encierro que no querías vivir, un virus que nunca quisimos tener.

 

Las emociones no están en cuarentena.

Y si lo hacemos bien, nunca lo estarán.

 

Porque, las intensas, las de emociones desmedidas y dramas infinitos, las que cuando lloramos llenamos océanos y cuando reímos  iluminamos la tierra, sabemos que cuando duele, DUELE, y cuando se ríe, se RÍE.

 

En definitiva, vivimos por fuera y bailamos por dentro. Porque nuestro mundo exterior se mueve y nuestro mundo interior se desboca.

 

Hoy, un día de inspiración conocida entre personas desconocidas, @psicólogayhumana decía: el sufrimiento NO es opcional. 

 

No hay verdad más grande. 

 

Sufrir y reír es parte del todo de la VIDA.

Son días de necesidad de resiliencia, coraje, valentía, fuerza pero también de lágrimas, dudas, miedos y nubes grises.

 

Las nubes grises también son parte del paisaje. Y en ese paisaje, a veces luchamos y otras, aceptamos que nos queda esperar, fluir, dejar que las cosas pasen y descansar. 

 

Descansar el cuerpo y la mente. 

 

Un pájaro siempre será un pájaro aunque tenga el ala rota. Y siempre encontrará la manera de echar a volar de nuevo, con miedos o sin ellos.

 

Y nosotras, intensas de la vida y emocionales por naturaleza, también.