El ciclo comienza esa primera vez que las mariposas extienden sus alas. Amamos. Sin más. Nos enamoramos, nos lanzamos, reímos, queremos, damos todo y más. No hay miedos, ni “peros”, ni “y si…”, ni “no quiero pasarlo mal”, ni “dudas”, ni piedras en la mochila de las experiencias pasadas.
Y con las primeras experiencias maravillosas, llegan también las primeras traiciones.
Esas que cogen tu corazón y lo destrozan, lo hacen inseguro, vulnerable, desconfiado. Esas que empiezan a construir poquito a poquito un muro de ladrillos en el que encerramos a las mariposas para no dejarlas volar.
De todas ellas echamos un aprendizaje a la mochila. Y de todas ellas echamos un miedo a la mochila.
Y así, vamos llenando nuestra mochila de la vida.
Cuando nos recuperamos, nos volvemos a ilusionar, pero ya no es como antes, ahora, nuestras mariposas no vuelan, se asoman tímidas al mundo. Ya no amamos sin más, amamos con “peros”. Ya no nos lanzamos sin más, nos lanzamos “a cambio de…”
Ya no damos todo, ya sólo damos casi todo.
Y así, experiencia tras experiencia, nuestra mochila se llena cual pozo sin fondo en el que caben todos los miedos en el bolsillo grande y las ilusiones en el pequeño. Y así, los miedos dejan de ser miedos y se convierten en algo mucho más peligroso: en creencias y las creencias, en identidad.
Nos cargamos nuestra pesada mochila a la espalda y seguimos probando. Volvemos a intentarlo.
Pero ya no damos casi todo, ya sólo damos algo.
Nos reservamos una parte que encerramos en ese muro de ladrillo con nuestras antiguas mariposas y nos decimos frases como:
– “No quiero darlo todo”.
– “No quiero abrirme si no estoy segura”
– “Mejor que me conozca poco a poco por si acaso”
Pero no nos damos cuenta que, mientras sucede todo esto, lo que pasa no son las traiciones, lo que pasa es la vida.
Y el día que dejemos esta vida diremos: “Me guardé un poquito de amor, por si acaso”
¿Por si acaso qué? Ya dará igual, te llevarás contigo ese pedacito de amor que no diste y toda tu mochila.
Y asi, hemos convertido el ciclo del amor en el ciclo del desamor.
¿De verdad queremos llevarnos esa mochila?
Los valientes dirán: no, yo voy a cambiar el ciclo.
Y tú ¿Qué mochila te quieres llevar de la vida?