Los que leísteis “Reinventarse en casa: Por dentro” sabréis que han sido meses de aprendizajes, vivencias, cambios… De muchas cosas que ayudaron a construir algo bonito sobre una circunstancia que empezó siendo fea.

Sin embargo, también fueron meses de esa temida palabra, concepto, enemigo… que a veces no nos atrevemos a pronunciar… ¡Fueron meses de errores! Sí, lo he dicho, errores. Porque a veces se nos olvida pero:

Todo proceso de aprendizaje conlleva un proceso de torpeza.

Y yo lo fui y mucho. ¡Ay! 

Esos errores que a veces tanto nos esforzamos en tapar y disfrazar de fracasos, en vez de alabar y vestir de orgullo por haberlo intentado.

 

Para aprender, evolucionar y sacar conclusiones como las que visteis en ese artículo, uno tiene que:

probar- intentar – equivocarse – caer – levantarse. Y vuelta a empezar.

Los aprendizajes que yo me llevé me ayudaron y me ayudan a transformar esta situación en el momento actual, en el hoy. Los errores te ayudan a evolucionar a la mejor versión de tí mismo en situaciones venideras, en el mañana.

Por eso, me he animado a escribir este artículo. Porque si “Reinventarse en casa: Por dentro” ayudó, espero que lo hagan también éstas líneas. Ya sea para evitar que los cometáis o, para que si lo hacéis, sepáis dos cosas: la primera, no pasa nada; la segunda, sí, seguís siendo humanos.

Y es que eso es lo que nos hacen los errores. 

Pensamos que nos hacen imperfectos. No es cierto. Nos hacen perfectamente humanos.

 

En mi caso mis 3 principales torpezas fueron:

  1. Querer hacer todo el primer día: Desde el primer día me imaginé esto de la rutina, de organizarme, de poder hacer todas esas cosas para las que nunca tenía tiempo. No podía moverme pero tenía claro que quería estar activa mentalmente. Quería hacerlo todo y no podía ni levantarme de la cama. Y ni hablar claro del efecto de los calmantes, la medicación…etc. Había cosas que no había hecho en 33 años, ¡pero las tenía que hacer en las primeras 24 horas! No todo se puede conseguir el primer día y si el cuerpo no quiere, no quiere. Yo tardé muchos días en escucharle y esos días me frustraba no poder hacer lo que sabía que era correcto hacer. Esa sensación de ansia, de angustia me hizo pasarlo peor de lo que lo estaba pasando por una presión que sólo existía en mi cabeza. 

Esa presión era mía y sólo mia.

Lo bueno: si era mía para crearla, era mía para deshacerla.

 

Y es que los objetivos no están para conseguirlos el primer día. Se hacen poquito a poco, pasito a pasito y con perseverancia. Ningún objetivo se consigue metiéndote un atracón las primeras 24 horas. Así que todos esos planes que tenemos, todas esas listas de cosas por hacer… Están bien, pero no son para hacerlas todas, son para marcarte el camino por el que quieres andar y mostrarte la dirección hacia la que quieres ir. Si alguna no la habéis podido hacer todavía, no pasa nada. Y si acabáis la cuarentena y aún os sigue quedando pendiente hacer algo, os sigue quedando el resto de la vida. 

2. Ser mi peor enemiga: para mí quizá es el más importante porque fue el único que yo no pude ver. Lo descubrí cuando una gran amiga me dijo esta frase “¿te das cuenta de que te has convertido en tu peor enemiga?” Efectivamente, así había sido porque: ¡no me pasaba una! Si un día no podía levantarme a leer o a escribir, los pensamientos que venían a mí mente eran: no lo vas a conseguir, si te tiras tres días en el sofá se te va a ir el tiempo”… Por eso hablaba en textos anteriores de la importancia del lenguaje. Si en vez de haberme dicho eso, hubiera sido consciente de cómo me estaba hablando y me hubiera dicho algo como: “hoy necesitas descansar pero mañana vuelves a la carga”, esa sensación interior hubiera sido diferente. 

Sin embargo, esos pensamientos a veces nos boicotean y tenemos que ser capaces de pararlos. Por eso entrenar la mente y entrenarnos con orientación al valor es tan importante. 

Daniel Goleman, autor de Inteligencia Emocional dice:

“Nos vemos obligados a afrontar los retos que nos presenta el mundo postmoderno con recursos emocionales adaptados al pleistoceno”

Hoy, tenemos la suerte de poder trabajar esos recursos emocionales. Estamos viendo que son un valor fundamental en cada persona ante situaciones que nos cambian el paso. Así que, por favor, no os convirtáis en vuestro peor enemigo.

3Los castigos eran más grandes que las recompensas: Con todo lo que os he contado anteriormente, querer hacerlo todo el primer día, crearme presión excesiva… me generaba castigos mentales que son más fuertes de lo que pensamos. Esas frases lapidarias, que nos lanzamos tantas veces sin ser conscientes, hay que frenarlas. Se frenan identificando tus pequeños logros del día. Y para que nuestro cerebro entienda que nos gustan más los premios que los castigos, hay que motivarlo con recompensas. ¿Os acordáis cuando éramos pequeños y señalaban en el examen los fallos en rojo? Ya podías haberlo hecho razonablemente bien, que en cuanto veías esos tachones y cruces en rojo, un trocito de tu ilusión y tu esperanza, de que el esfuerzo fuera recompensado, desaparecía al instante dejándote una sensación de tristeza. ¿Cómo habría cambiado esa sensación si en vez de tachones en rojo en forma de errores, hubiéramos recibido signos en verde en forma de aciertos? 

 

Hoy me voy a poner un poquito científica. Desde la neurociencia sabemos que el cerebro tiene un sistema que se llama sistema de recompensa cerebral. Nuestro cerebro necesita ciertos premios. Necesita generar ese neurotransmisor tan famoso, que es la dopamina, que genera motivación y nos orienta a la acción y a conseguir lo que queremos. Eso es lo que hay que conseguir. Y se puede hacer con pequeñas cosas. Si habéis cumplido bien vuestra semana, ¡permitíos un capricho!

Y me diréis: “a ver loca estamos confinados, ¿no lo has pillado?” 

Sí, pero la creatividad es el recurso que transforma una situación ordinaria en extraordinaria.

 

Preparaos una cena especial. ¡Montaos un spa en casa!, con un baño caliente que sea vuestro momento zen. Invitad a vuestra pareja a cenar,  sí he dicho invitad a cenar, transformad el comedor en un restaurante y ¡arreglaos para veros más guapos todavía! Decidid y apuntar qué os vais a regalar cuando salgamos…. 

 

La creatividad es tuya y la recompensa es para tí. No les pongas límite a ninguna de las dos.

 

Seamos claros, nadie ha vivido nada igual hasta ahora. Las circunstancias más similares quedan lo suficientemente lejos como para que no tengamos casi memoria histórica cercana. Estamos en un momento emocionalmente nuevo para todos. Por eso, cada uno tiene que buscar su propio sentido a esto, escoger qué le es útil y qué no, de todo lo que lee, y cometer sus propios errores. 

Usar este momento para construir no significa que tengamos que salir de la cuarentena siendo una mezcla de Superwoman, Spiderman y Hulk. Usar este momento para construir significa salir de la cuarentena siendo felices con lo que hayáis decidido hacer o no hacer.  

Ahora, todos tenemos la oportunidad de decidir quiénes queremos ser cuando esto acabe, porque empezamos a construirlo desde hoy. 

 

En la vida, a veces se gana y otras se aprende.

Asi que hoy, ganemos nuestros logros y aprendamos de nuestras torpezas.