Normalmente en esta red hablo mucho del miedo en lo relacionado con lo personal sin embargo, es algo que también afecta mucho al entorno laboral. Y el entorno laboral es una parte muy importante de nuestra vida.
Me da miedo que se quede con mi trabajo. Necesito destacar. Me da miedo que una persona de mi equipo destaque más que yo que soy su jefe….
Miedos como éstos y muchos más van en el pack del entorno laboral. Pero no lo verbalizamos, ¿cómo lo vamos a verbalizar? Está muy mal visto tener miedo en el trabajo. Detrás de cada una de esas frases hay miedo al fracaso, al rechazo, a sentir que no vales… ¿Cuántas veces hemos oído que tenemos que ser una persona dentro del trabajo y otra fuera?
Como si nos pudiéramos desdoblar. Como si cuando entras por la puerta de tu empresa, algo dentro de tu esencia se apagara y se encendiera otra luz que dijera: mi yo profesional.
No dejamos de ser quienes somos por estar en un entorno u otro.
Llegamos al trabajo y con nosotros llegan nuestras motivaciones, nuestras dudas, nuestros miedos. Muchos de ellos se agrandan como el miedo al fracaso y el miedo al rechazo. Es un entorno en el que pasamos mucho tiempo y en el que vivimos muchas cosas. Vivimos muchas cosas porque no solo gestionamos tareas, hacemos análisis, presentaciones, diagnósticos, reuniones, mails… también nos relacionamos, competimos, colaboramos, nos esforzamos, negociamos. Todas esas experiencias están definidas por nuestras propias emociones, incluida nuestra responsabilidad con nosotros mismos y con el trabajo.
Tenemos que ser conscientes, a todos los niveles y a todas las jerarquías, que las empresas no son logos, ni estrategias, ni nombres, ni números, ni métricas: SON PERSONAS.
Y las personas entran con el currículum laboral y con el currículum de la vida. Entran sus logros y entran sus emociones.
Y esto no es fácil, tengamos el puesto que tengamos. Yo he estado 11 años en multinacionales, he trabajado en 5 países y en varias áreas, he sido becaria, especialista, mánager. He gestionado equipos y me he gestionado yo. Y en todos los puestos he tenido aciertos y errores. He sentido seguridad y he sentido miedo. He tenido miedo a hacerlo mal, miedo a decepcionar, miedo a no crecer, miedo a ser injusta, miedo a no ser suficiente, miedo a que el puesto fuera mucho para mí, miedo a no poder aportar a mi equipo, miedo a decepcionar a mis compañeros…
Claro que tenía miedo, y tuve la suerte de tener durante mucho tiempo a una gran jefa con la que pude hablar siempre de las dos cosas fundamentales para trabajar como profesional y como persona: responsabilidad y emoción. Responsabilidad para desempeñar bien mi trabajo y emoción para sentirme entendida. ¿Que si he tenido miedos trabajando? ¡Muchos! Pero eso no me impidió nunca avanzar a pesar de los miedos, dar lo mejor de mí, con sus aciertos y con sus errores. Y tuve mucho de ambas cosas.
Responsabilidad y emoción: ambas palabras deben estar presentes en la vida de cualquier trabajador, mánager, director, ejecutivo… Porque esto no va de jerarquías ni roles, esto va de PERSONAS.
Personas que tienen que gestionar sus emociones a la vez que hacer el trabajo para el que se han comprometido. Emoción y responsabilidad es un tándem que no puede separarse.
Se habla mucho del mundo VUCA relacionado con la tecnología (volátil, incierto, complejo y ambiguo) pero se nos olvida que ese mundo VUCA también es el mundo de nuestras emociones.
Hemos entrado ya en una revolución personal en la que el liderazgo debe ser eficiente, eficaz y emocional.
Liderar desde la empatía hacia los equipos y compañeros y desde la eficacia hacia la empresa. Desde los valores hacia uno mismo y desde el cumplimiento de objetivos hacia su marca.
Por eso, la formación en gestión del miedo y gestión emocional es tan importante en las empresas. Ya sabemos la diferencia entre un jefe y un líder, llevamos años escuchándola, ahora tenemos que evolucionar del líder de tareas al líder de personas. Porque en una empresa no se gestionan tareas, se lideran personas. Y liderar no es sólo cosa de mánagers o de directores. Liderar es cosa de todos, con el ejemplo, con el respeto a las emociones del individuo y con la responsabilidad de todos.
Como empleados no podemos demandar a nuestros líderes gestión emocional si nosotros no vamos a poner toda nuestra responsabilidad en ella. Como líderes no podemos pedir eficiencia y eficacia si no entendemos qué puede estar bloqueando a cada una de nuestras personas.
Por eso, esto no va de jerarquías, ni roles, ni funciones, ni sectores: esto va de nosotros.