Y por fin llegó.
Ese día en el que damos los primeros pasos hacia nuestra nueva realidad.
Después de 48 días encerrados en casa, llega el día, ponemos un pie fuera preparados para disfrutar de un primer contacto con nuestra libertad, del sol, del aire, del deporte, del paseo… de Madrid.
Llevamos muchos días ansiando ese momento y saldremos vestidos con la mejor de nuestras sonrisas.
Saldremos nosotros y saldrán nuestros miedos. Unos ya conocidos como el miedo a contagiarse y, otros nuevos: miedo a poder contagiar a nuestros padres, abuelos cuando llegue ese ansiado momento de poder volver a fundirnos en un abrazo, miedo a no saber adaptarse a las nuevas reglas, miedo a seguir sintiendo esa sensación de querer recuperar la famosa “normalidad”
Y a partir de aquí, empezará una experiencia diferente para cada uno. Unos volverán a la infancia cual niño visitando el parque de atracciones por primera vez. Otros saldrán despacito, con prudencia, observando y avanzando. Otros saldrán asustados, con miedo de esa tan temida incertidumbre: ¿habrá peligro? ¿me pasará algo? Y otros, quizá no salgan aún por no poder cruzar al otro lado de esa puerta al exterior que nos hace sentir como aquel indestructible edredón de cuando éramos niños, debajo del cual, nada malo podía pasar.
Esa sensación es algo parecido a lo que los psicólogos llaman el “Síndrome de la cabaña”, que hará que haya personas que necesitarán más tiempo para afrontar el cambio, sin sufrir en el proceso de volver a “exponerse” a la vida que comienza este 2 de mayo.
Cualquiera de esos escenarios será totalmente normal y natural.
Hemos vivido una situación única, y única la vivirá cada persona a partir de este fin de semana.
Y es que así es el miedo, libre, universal, limitante y, sin embargo, capaz de hacernos sentir tremendamente libres cuando lo superamos. Pero, ¿podemos superarlo? ¿o vamos a vivir con miedo durante meses?
Esa será la diferencia de de sobreponernos a la situación.
De que no sólo nos adaptemos a ella sino que podamos disfrutar poco a poco de volver a vivir fuera de 4 paredes.
Esa será la clave:
Dejar de vivir con miedo y empezar a vivir con prudencia.
¿Cuál es la diferencia? Vivir con miedo te te impide avanzar, te bloquea e incluso puede hacerte retroceder.
Vivir con prudencia es dar ese paso adelante que todos necesitamos para reconstruir nuestros mundos en esta nueva realidad, pero respetando nuevas reglas.
No podemos estar más orgullosos de haber conseguido aplanar la famosa curva del virus y aún lo estaremos más cuando consigamos aplanar la curva del miedo.
Ese miedo intenso que sentimos aquel primer fin de semana de estado de alarma es posible que vuelva transformado. Transformado en un miedo más sutil, menos masivo pero latente en diferente medida en cada uno de nosotros.
Cuando el sábado se abran las puertas quizás algunos se sientan raros y el miedo vuelva a apoderarse de sus cuerpos. Miedo, inseguridad, e incomodidad.
Por eso es importante:
- Reconocerlo: si tienes miedo a volver a salir tienes que empezar por aceptarlo y ser consciente de ello para gestionarlo correctamente.
- Reducir la incertidumbre: el miedo se alimenta de incertidumbre por lo que es fundamental que te informes de fuentes oficiales de todas las pautas, consejos y medidas de seguridad que te hagan sentirte más seguro.
- Respetar los tiempos de cada uno: es fundamental que respetemos que cada uno necesita su tiempo. Si llega este sábado 2 de mayo y no te sientes seguro, no pasa nada. Date más tiempo. Lo que sí es importante es que te pongas pequeños objetivos que debas cumplir para que gestionar tu miedo poco a poco no se convierta en una excusa para no enfretarte a él
Ahora, tenemos que dar un paso adelante.
Ese paso que separa el miedo de la prudencia. Ningún miedo se supera solo pensando. Se superan actuando. Y ahora nos tocar actuar, a nuestro ritmo, con calma y siguiendo las normas, pero actuando. Sólo así ,podremos pasar de superar la primera fase a recuperar uno de los valores más importantes para el ser humano y también más frágiles: la confianza.
Sólo así podremos pasar de vivir con miedo a vivir con prudencia hasta que podamos volver a vivir libres.