La frase “estoy perdida” es muy frecuente y últimamente la escucho, quizá porque el 2020 nos ha hecho pensar y estamos recogiendo los frutos de ello.
Esa frase suele ser el inicio de los procesos de transformación que suceden en nuestro interior
Sin embargo, no estás perdida. El lenguaje crea realidades, por eso, ser conscientes de cómo nos hablamos es el primer paso para bajar las barreras que nosotras mismas nos ponemos.
No estás perdida, al contrario, estás buscando tu siguiente etapa.
¿Cómo empiezan estos procesos?
Suelen empezar con una sensación: vacío.
Lo que antes nos ilusionaba, ya no tanto.
Los objetivos que teníamos antes, nos los imaginamos a largo plazo y ya no nos motivan tanto.
Las personas que nos parecían interesantes ya no llenan de la misma manera
¿Cómo es posible?
Porque estás cambiando.
Se ha encendido esa lucecita dentro de ti que quiere lucir más fuerte pero de momento solo es una pequeña llama en forma de curiosidad.
Una nueva versión de nosotros mismos está naciendo y quiere crecer.
¿Qué nos pasa cuando se enciende esa luz?
Que es el detonante de un proceso que nace, crece, coge forma, cambia hábitos y se da a conocer.
1º Nace: Y suele ser una fase de inquietud que viene con preguntas como ¿qué me pasa? ¿por qué lo que me ha gustado toda la vida ya no me gusta tanto? ¿por qué si yo pensaba que mi plan de vida era esto ahora ni siquiera sé cómo ni dónde me veo?
2º Crece: Crece de la mano de la curiosidad. “Ya sé que estoy perdida y necesito encontrarme pero no tengo ni idea de qué quiero, qué me gusta o qué me ilusiona” Y de repente descubres esa frase, ese autor, esa conferencia o ese primer texto que enciende más esa luz. Esta es la fase en la que vamos entendiendo que no estás perdida, que ha empezado tu propia búsqueda. Una búsqueda que empieza dentro de ti y sale al mundo exterior cuando está preparada.
3º Empieza a tomar forma: Suele ser cuando descubrimos de qué va esto del crecimiento personal y empezamos a devorar todo ese contenido que empieza a dar sentido a lo que nos pasa. Empiezamos a leer, escuchar, observar, tener nuevos referentes, inspirarnos con cosas nuevas, empiezas a sonreir cuando empiezas a descubrir.
No nos da las respuestas, nos hace descubrir las preguntas adecuadas.
Se convierte en felicidad el descubrir que entender cómo pensamos, qué son las creencias, dónde están las limitaciones que nos ponemos y nuestros propios recursos, hace que se abra ante nosotros un mundo de posibilidades que no sabíamos que teníamos.
Empieza a crecer esa inquietud y las primeras respuestas a: ¿quién quieres ser?
4º Empiezas a hacer cosas diferentes. Te abres a nuevas personas, nuevos foros de información, nuevos referentes, empiezas a plantearte cosas como viajar sola, como irte al cine sola, como estudiar cosas nuevas por si decides cambiar el rumbo de tu vida…
Y te vas dando cuenta de que, cada paso que das, sonríes más.
5º Presentas al mundo a tu nuevo “Yo”: Si, porque ya has cambiado. Porque eres una nueva versión de ti. Y en este momento entra la importancia del entorno y hay tres cosas importantes:
- Necesitas nuevos entornos: no significa que sustituyas los que tenías, significa que el cuerpo te va a pedir entornos donde puedas hablar, contar y exponer tus nuevas inquietudes y aspiraciones. Donde tu nueva versión salte de felicidad al sentirse entendida y comprendida. Busca en redes, atrévete a hablar con gente que no conoces pero te gusta su forma de ver la vida, apúntate a networkings, a actividades, a charlas… Hoy, aunque la parte presencial esté limitada, la virtual no, y como hablamos ayer, la conexión real no tiene por qué verse limitada por una pantalla.
- Tu entorno habitual tiene que volverte a conocer. A menudo cuando nos pasa esto, muchas de vosotras me decís: “es que mi familia no lo entiende, es que mis amigos me dicen que me he vuelto muy intensa, que hablo de cosas muy raras…” Claro, porque te has transformados, ellos conocían a la antigua tú, pero eres alguien nueva. Y tienen que volverte a conocer, a entenderte y a querer tus nuevos retos. O a elegir no hacerlo. No siempre les gustará tu nueva versión, a veces, habrá personas que no entenderán tu transformación y tu nuevo rumbo. Y de la misma forma que ellos no pueden obligarte a ti a cortarte las alas. Tú no puedes obligarles a ellos a ponerse las tuyas. Tendrás que elegir quererles como tal, o decidir qué entornos mantener en tu vida de una forma u otra. Pase lo que pase, el punto importante es la aceptación de comprender que tu transformación es tuya y no tiene por qué ser de los demás. Y para que lo sea, necesitan tiempo para volverte a conocer.
- No eres esclava de tus decisiones: Esto va de probar. Quizá cojas un camino que te aporte mucho durante un tiempo pero luego descubras que no era lo que esperabas. El timón de tu vida no sólo tiene una dirección, tiene todas hacia las que tú quieras poner rumbo. Cambia, prueba otra vez, vuelve a perderte para volver a encontrarte. Si lo hiciste una vez, puedes volver a hacerlo, porque vivir va de esto. No te presiones con frases como “y si elijo este camino y luego no me gusta”, cambia. Coge el feedback y gira el timón.
Por tanto,
- No estás perdida, has empezado una búsqueda.
- No tengas prisa, los agobios son el enemigo de la observación.
- Alimenta el cerebro con cosas nuevas y él sabrá qué hacer con ella.
La transformación no es dónde llegas, la transformación es lo que vives mientras llegas.